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Bienvenido a la página de Libertalia, una utopía pirata en el Índico.

Aquí encontrarás información acerca de esta novela, escrita por Teresa Sopeña y publicada en la colección "Sueños de tinta" de Mira Editores, y sobre la propia república de Libertalia.
Porque Libertalia es una ilusión encerrada en las tapas y las páginas de un libro que, después de dos años de esfuerzo, sale ahora a la luz. Una apasionante novela de búsquedas, viajes y aventuras que tiene como escenario dos océanos y tres continentes, viejos y nuevos mundos. Pero es también algo más. Libertalia es el sueño inmortal y perenne del hombre, de todos los hombres. Nuestro sueño. Ese espacio ideal de libertad y concordia que todos, sin excepción, albergamos en nuestros corazones. La república igualitaria, la utopía que un puñado de piratas logró, tal vez, plasmar allá en las postrimerías del siglo XVII, en una bahía de la costa norte de Madagascar, en aguas del océano Índico.



Lee el texto de la contraportada:
Noche de difuntos de 1728.  En un caserón solitario de la costa de Nueva Inglaterra, el anciano Thomas Tew,  famoso capitán pirata a quien todas las crónicas dan por muerto  en una acción de abordaje en los mares de Arabia, recibe la visita de un extranjero, Agag Riddilimpore, oriundo de Badagara, que dice ser hijo natural del capitán Misson, el que fuera fundador de la mítica república de Libertalia
Esta que tienes en tus manos, lector, es la historia de una búsqueda. Es, también, la historia de una utopía y de los grandes viajes y aventuras que corrieron sus fundadores. Pero es, sobre todo, el sueño libertario de un puñado de hombres —piratas— que creyó firmemente en la posibilidad de hacer de su mundo un mundo mejor: libre, justo, igualitario, fraternal y tolerante.






El mito de Libertalia

Imagen "capturada" de un blog ruso (donde se demuestra el "calado" de la idea de Libertalia)

Libertalia es el nombre de una república legendaria que fue fundada por un puñado de piratas a finales del siglo XVII, en una bahía situada en la costa norte de la isla de Madagascar (territorio que no había sido reclamado hasta entonces por ninguna potencia colonial).  
Estos piratas estaban comandados por el capitán Misson, un noble francés segundón, y por su lugarteniente, el exfraile dominico Caraccioli, un napolitano muy versado que había leído la Utopía de Tomás Moro, la República de Platón y La ciudad del sol de Campanella. Libertalia fue fundada, por tanto, atendiendo a las premisas de estas sociedades utópicas. En ella no existía la propiedad privada, reinaba la tolerancia y todos eran iguales sin distinción de origen, credo, raza o extracción social. Se gobernaban democráticamente, acatando las decisiones adoptadas por un Consejo que elegían entre todos y que renovaban cada cierto tiempo e, incluso, hablaban una lengua propia, una especie de esperanto, compuesta por la amalgama de muchas lenguas para que nadie se sintiese discriminado o privilegiado. Se llamaban a sí mismos “liberis” y a la lengua que hablaban, “liberi”, y su enseña era una bandera blanca con un lema bordado en ella: A Deo a libertate, por Dios y por la libertad. Vivían de la rapiña, es cierto, pues eran piratas, pero en sus capturas tomaban solo lo imprescindible, liberaban a los cautivos ―fuesen estos esclavos negros o blancos, o tripulantes descontentos reclutados en levas forzosas― y respetaban la vida y la dignidad de los aprehendidos, ofreciéndoles sumarse a ellos y convertirse en nuevos liberis; en caso contrario, los dejaban libres después de tomarles, eso sí, juramento de lealtad. Fueron los piratas “buenos” del Índico.
Libertalia perduró, al menos, durante veinte años. Y su final no llegó porque faltase la concordia entre los liberis, sino porque fue atacada por los nativos de los poblados vecinos. Parece que el exfraile Caraccioli murió allí mismo, durante la refriega; que el capitán Misson logró huir a bordo de su fragata, la Victoire, aunque pereció en una tormenta frente a las costas del cabo Infantes, cerca del cabo de Buena Esperanza; y que el capitán Thomas Tew, otro famoso pirata que había sido nombrado almirante de Libertalia, consiguió salvarse y regresar a Rhode Island, su patria; sin embargo, Tew fue abatido por un tiro, algún tiempo después, en aguas del mar Rojo durante una acción de abordaje. En fin, que el único testimonio que quedó de la hermosa empresa de Libertalia fue el de un marinero rochelés que falleció en una reyerta en un puerto francés; entre sus escasas pertenencias fue hallado un manuscrito que daba cuenta de la crónica de Libertalia… El manuscrito de La Rochelle.
Hasta aquí, la leyenda. Porque el problema de Libertalia es, precisamente, el de su historicidad.
Sobre Libertalia solo existe una fuente documental conocida  y esta no es otra que la Historia general de los robos y asesinatos de los más famosos piratas, firmada por el capitán Charles Johnson (aunque atribuida comúnmente a Daniel Defoe). En el primer volumen, editado en Londres en 1724, el autor presenta las biografías de diecisiete afamados piratas contemporáneos suyos cuyo radio de acción principal lo constituyó el mar Caribe. Cuatro años más tarde se publicó un segundo volumen (cuyos dos primeros capítulos abordan el tema de Libertalia) dedicado a las peripecias de los llamados piratas del Índico. Y si bien, en general, no existen dudas acerca de la veracidad de las biografías recogidas en el primero de los dos volúmenes (pues los hechos narrados se ciñen con bastante fidelidad a los reseñados en otros documentos históricos de la misma época), no ocurre lo mismo en el caso del segundo: es muy posible que al menos tres de las semblanzas de los capitanes piratas que lo protagonizan sean pura invención del autor, a saber, las de Misson, Lewis y Cornelius, ya que sus vidas y aventuras no aparecen corroboradas en ningún otro texto,  y que las andanzas del capitán Thomas Tew (de quien se sabe con certeza que existió) sean un tanto improbables.
Pero los problemas suscitados por Libertalia y por la Historia general no terminan aquí. Está la cuestión de la autoría del libro, que nunca ha dejado de ser un misterio. ¿Existió realmente el capitán Charles Johnson? A lo largo de casi trescientos años la pregunta no ha logrado ser contestada. Todo intento de rastrear su identidad en los archivos marítimos ingleses o franceses ha resultado un fracaso. Algunos estudiosos del tema, como Philip Gosse, han suscrito la idea de que el capitán Charles Johnson fuera un verdadero capitán pirata retirado del oficio, de ahí su necesidad de anonimato. Otros, en cambio, identifican en él al escritor, periodista y propagandista político Daniel Defoe, celebérrimo autor de Robinson Crusoe, El rey de los piratas y Las aventuras del capitán Singleton. Pero en este caso la pregunta obvia, que tampoco ha sido resuelta, es: ¿por qué recurrió Daniel Defoe al uso de un seudónimo? ¿Capricho? ¿Necesidad?
La Historia general alcanzó un gran éxito de público ya con su primer volumen. En él, además de las diecisiete biografías mencionadas y algunas consideraciones generales sobre la piratería, se analizan sus peligros para las naciones, sus causas y su posible remedio; los datos reales predominan siempre sobre lo novelesco. El tono del segundo volumen es, sin embargo, distinto: la figura del pirata aparece aquí idealizada como rebelde social y no cabe ninguna duda de que fue esta nueva dimensión heroica la que inspiró algún tiempo después a los poetas románticos, como Byron y Espronceda.
Pero, aun siendo probablemente Libertalia una especulación, lo cierto es que en aquellos años precarios de finales del siglo XVII y principios del XVIII se crearon un buen número de repúblicas piratas, tanto en aguas del Caribe ―en la isla Tortuga y en Bahamas―, como en las del océano Índico ―en la propia Madagascar, en las islas del canal de Mozambique y en Nosy Boraha (más conocida como isla de Sainte Marie)―. Todas estas repúblicas, efímeras repúblicas fundadas por proscritos, tuvieron en común el modo de propiedad comunal, el espíritu de tolerancia, el igualitarismo y la participación de todos sus integrantes en la toma de decisiones. Un hombre, una voz, un voto. Sin importar razas ni credos. Tan solo la libertad. Todavía un hermoso ejemplo.




La novela y sus personajes


Pues bien, la novela que nos ocupa aprovecha este contexto de referencias míticas y literarias tan vagamente perfilado para convertirse en un intenso relato de ficción histórica, aventuras, viajes y filosofía, que se inicia con un misterioso encuentro nocturno en un viejo caserón de Nueva Inglaterra: el anciano capitán Thomas Tew, todavía milagrosamente vivo pese a lo narrado en el libro de Johnson-Defoe, recibe la visita de Agag Riddilimpore, un joven hindú de la casta nayar que afirma ser hijo natural del capitán Misson. A través del diálogo entre estos dos personajes desfila por sus páginas un mundo rico y variado: la expansión colonial de las grandes potencias europeas en forma de compañías de Indias, el contacto entre viejos y nuevos mundos —la India, África, Europa y las Américas—, la piratería y el corso, la persecución y el exilio de calvinistas, cuáqueros y puritanos, y la búsqueda del ideal utópico definido por Tomás Moro. Mi intención fue recrear la gesta épica de estos piratas en un mundo de barcos de madera, un mundo mercantil de exploraciones y descubrimientos que ya comenzaba a ser global, sirviéndome, precisamente, de esa imprecisión acerca de la identidad histórica de los protagonistas.
Estructuralmente la novela está dividida en tres partes y un apéndice.
La primera parte lleva por título “Encuentro en Nueva Inglaterra” y en ella se relata la historia y aventuras de los dos protagonistas del encuentro, Thomas Tew y Agag Riddilimpore. Agag, después de leer en Londres los dos volúmenes de la Historia general, se embarca rumbo a Newport y visita al capitán Tew dándose a conocer como hijo natural del capitán Misson, fundador de la mítica república de Libertalia y de la que se supone que el propio Thomas Tew fue nombrado almirante. Se supone y nada más, porque Thomas Tew está dispuesto a negarlo todo: la existencia de Misson, de su lugarteniente Caraccioli y de la misma república de Libertalia. Se inicia entonces un enconado diálogo entre los dos personajes que termina con un pacto entre caballeros, merced al cual cada uno le narrará al otro su historia. El tono del viejo lobo de mar, irónico, cínico y escéptico, configura un personaje potente y carismático en notable contrapunto con el joven Agag, de carácter más retraído, ingenuo y sentimental.
En la segunda parte, titulada “El manuscrito de La Rochelle”, aparece la transcripción del diario del capitán Misson (en el que se cree que se inspiró Johnson-Defoe) y la aventura de la fundación de Libertalia que, finalmente, el anciano capitán Thomas Tew (quien, evidentemente, conoce toda la verdad  acerca de la república) ha accedido a entregar a Agag en su lecho de muerte a condición, eso sí, de que abandone Nueva Inglaterra y regrese a su Badagara natal. Y es esta segunda parte la única de la novela que se ciñe al guion de lo narrado por Johnson-Defoe en la Historia general, aunque con un vuelo más amplio de la imaginación en pos de una puesta en escena romántica y novelesca. Tras la lectura del manuscrito, queda aclarada la filiación de Agag como hijo del capitán Misson. Sin embargo, en torno al capitán y a la realidad de Libertalia siguen existiendo considerables lagunas  que decidirán a Agag, finalmente, a fletar un barco y partir “En busca de Libertalia”, título de la tercera parte, donde se propone un final algo distinto del propuesto en la Historia general. No obstante, se trata de un final abierto. Por eso el apéndice.
Escribir Libertalia ha sido para mí una experiencia apasionante que, sin embargo, me ha planteado un debate constante entre la esperanza y el escepticismo (aún sin resolver, por cierto). El final abierto (al que había recurrido) me parecía insatisfactorio y frustrante, pero tampoco me convencía un final negativo donde quedase demostrada la inexistencia de esa república, que era lo que me dictaba la perversidad de la lógica. No, después de tantos anhelos y aventuras vividas de la mano de mis protagonistas, el corazón me pedía encontrar Libertalia, planteando su hallazgo claramente, eso sí, como final novelesco. Así que cuatro o cinco meses después de terminar de escribir la novela añadí el apéndice, que ofrece al lector (y a mí misma) un final feliz.



ÍNDICE

LIBRO PRIMERO. Encuentro en Nueva Inglaterra

I.  De cómo un viejo caballero de fortuna que ni siquiera existe
recibe en su casona solitaria de la costa de Nueva Inglaterra
la visita misteriosa de un desconocido en la noche de difuntos
del año de gracia de 1728

II.  De cómo Agag Riddilimpore, oriundo de Badagara, refiere al
capitán Tew el relato de su vida

III.  De cómo el capitán Thomas Tew se dispone a cumplir con su
parte del trato y ofrece a Agag la relación de aventuras de su
primera juventud

IV.  De cómo Thomas Tew se convirtió en pirata de los mares índicos

LIBRO SEGUNDO. El manuscrito de La Rochelle

V.  De cómo Agag Riddilimpore da comienzo a la lectura del misterioso
manuscrito entregado por el capitán Thomas Tew a
las mismas puertas de su muerte

VI.  De cómo el llamado Capitaine, Lord Conservador de la
República de Libertalia, decide dar cuenta escrita de algunos
pormenores sobre su vida y la fundación del lugar

VII.  De cómo Agag Riddilimpore termina de leer la primera parte
del manuscrito, diserta con Mangi Ram sobre la libertad y los
sueños, recibe noticias de Edward Wallace y urde un plan

VIII.  De cómo el Capitaine narra su encuentro en aguas índicas
con el pirata Thomas Tew, así como los viajes de ambos al
mar Rojo y a las costas de Malabar

LIBRO TERCERO. En busca de Libertalia

IX.  De cómo Agag Riddilimpore reflexiona sobre lo leído y habla
de ello con su amigo Edward y con Pradhi Ramani, su secretario

X.  De cómo el Gamboa se hace a la mar en busca de Libertalia

APÉNDICE

I.  Acerca de la historicidad de Libertalia

II.  Al fin, Libertalia
                        De la llegada del Gamboa a la costa norte de Madagascar



Los personajes



Así imaginó el ilustrador Howard Pyle un posible encuentro entre el pirata Thomas Tew y el gobernador de Nueva York

Toda la estructura de Libertalia como novela gira en torno al encuentro de los dos personajes protagonistas, Agag Riddilimpore y el capitán Thomas Tew (el único personaje real de la novela). Es más, sin ese encuentro en Nueva Inglaterra, que constituye el punto de partida además de su principal acorde argumental, no habría novela. Y la novela en sí misma no es sino el diálogo en presente entre los dos personajes, a lo largo de la primera parte, y el eco de ese diálogo en la segunda y tercera parte.

El capitán Thomas Tew según un grabado de la época

La Amity, la pequeña balandra capitaneada por Tew

La bandera de Thomas Tew

Personajes antagónicos, Agag y el capitán Tew, pero también complementarios. Agag, exótico, joven y “puro”, ingenuo, soñador e idealista. El capitán, viejo y decrépito, demasiado aficionado al ron, escéptico, irreverente, contradictorio, terriblemente irónico y sarcástico, pero sincero. Dicho así, suena todo muy tópico. Sí, quizá el primer capítulo de Libertalia, el que describe el encuentro, tenga un aire bastante tópico y los personajes recuerden demasiado a Jim Hawkins y a John Silver el Largo, los inolvidables protagonistas de La isla del tesoro. Pero, honestamente, creo que se trata de una falsa impresión, probablemente inducida por la huella indeleble que tanto Jim como el viejo John el Largo han impreso en nuestro imaginario colectivo. Sí, creo que Agag y el capitán Tew terminan por despegarse del tópico y que, a través de las páginas de Libertalia, llegan a convertirse en personajes plenos que le deben poco a los estereotipos.




Los exóticos escenarios de Badagara, en el sur de la India, de donde procede Agag Riddilimpore, animan algunas páginas de Libertalia

Más acartonados resultan el capitán Misson, el Capitaine (de quien ni siquiera conocemos el nombre de pila), y el exfraile Caraccioli. Pero es que ellos pertenecen al mito. Son leyenda, personajes de crónica puesta en entredicho, atrapados en las páginas de un manuscrito, sin presente ni futuro. No son reales (o quizá sí), pero, en cualquier caso, sus identidades y sus acciones obedecen al estricto guion transcrito en la Historia General.

Grabado que representa a la Victoire, la fragata que llevara al capitán Misson y al exfraile Caraccioli hasta las costas de Madagascar

Duelo entre piratas, obra de Howard Pyle

Sin embargo, Mangi Ram, como Agag, es solo él. El dalit, el intocable. Nació para sustituir al capitán Tew como contrapunto de Agag. Y, de paso, para ahondar en el debate sobre la libertad, verdadero trasunto filosófico de esta novela.
El resto de los personajes son circunstanciales. Pott, Rannapamshura, Samu, Tatá, Edward Wallace, los primos Mike y Tom, Mayawati, Bhagayamshura, el capitán João Fernandes…



Portada de la edición checa de un libro sobre Libertalia

Otra novela que trata el tema de Libertalia, en este caso francesa

Lo que se dice de "Libertalia"...



Septiembre de 2014: Trajinando por Internet me he llevado la agradable sorpresa de encontrar una reseña estupenda sobre Libertalia en el blog de Fran Zabaleta. Dejo aquí el enlace para que la leáis si os apetece, junto a este otro en el que Fran se presenta a sí mismo de una forma deliciosa, ingeniosa e inteligente.
Desde aquí pido mil perdones a Fran por no haberme enterado antes y también le doy mil gracias de parte de Libertalia.



Treinta y siete maneras de leer Libertalia

Son treinta y siete opiniones distintas, treinta y siete perspectivas diferentes, treinta y siete reflexiones (algunas mejor argumentadas que otras, pero todas importantes), que representan treinta y siete puntos de vista acerca de un mismo libro: son los treinta y siete trabajos críticos sobre Libertalia realizados por los alumnos de Teoría de la Literatura de primer curso de Filología 2011-2012 de la Universidad de Zaragoza.
Tenerlos en mis manos es un verdadero lujo, una oportunidad de oro para cualquier autor porque te permite mirar tu obra con otros ojos, seguramente más nuevos y perspicaces… En fin, que tras un primer examen he podido comprobar que algunos de estos trabajos son verdaderamente muy críticos, lo que demuestra, para satisfacción mía, que Libertalia es una lectura que no ha dejado indiferente a casi nadie, que se trata de una novela capaz de crear polémica y reflexión, de suscitar sentimientos enfrentados, de gustar mucho, no gustar, molestar o decepcionar, pero siempre con un denominador común: todos los alumnos terminan por reconocer que, al menos, les ha hecho pensar.
De entre estos treinta y siete trabajos, sin menoscabo de todos los demás, me gustaría destacar algunos cuyo enfoque, compartido o no, me ha parecido más sólido. No son necesariamente los mejor calificados por el profesor de la asignatura, sino los que más me han gustado a mí:
No puedo dejar de citar en primer lugar a Joaquín de Carpi Mimbela. Considero realmente bueno su trabajo sobre los diferentes conceptos de libertad en Libertalia. Atinado, sincero y erudito. Mi enhorabuena. También me ha gustado mucho el realizado por Lucía Lizarbe Casado, su estudio de Libertalia en clave de intertextualidad, su análisis de las estructuras formal y semántica, su percepción de los diferentes niveles narrativos presentes en el texto, necesarios para crear una novela completa y compleja. Otro trabajo excelente es el de Pablo Calvo González, con sus “Mil y una voces de una aventura pirata”, y los de Hada Torrijos Suelves (Hada da en el clavo afirmando que «…más bien la ha escrito [la novela] para sumir a todo el que la lea en un estado de reflexión continuo.»), Simone Bernucci, María Hernández y Marta Oria de Rueda, con quienes, además, mantuve una fructífera y entrañable correspondencia electrónica, o el de Oriana López Pérez acerca de la marginalidad y libertad en esta novela. Me dejo muchos. Bien por Helena Ríos Rodríguez (sí, Libertalia es, decididamente, una novela romántica) y por Samuel Llonga Ejarque (Libertalia es, también, una novela que defiende las ideas ilustradas). Y para terminar, me gustaría citar las palabras de otro alumno, Borja Resa, tomándolas como precioso piropo: «Julio Cortázar decía que no hay temas buenos ni malos, sino temas bien tratados o mal tratados. Para mí, está bastante claro que Teresa Sopeña no solo los ha elegido bien, sino que los ha tratado magníficamente». Me has dejado sin palabras, Borja.
Pues bien, gracias, muchas gracias a todos ellos, porque si la escritura de Libertalia perseguía algún objetivo era, precisamente, ese «hacer pensar» a sus lectores. No dar nada por sentado. Afirmar una tesis para luego, por boca de otro personaje, negarla. Hacer dudar. Hacer creer. Ofrecer conocimiento. Profundizar. Exponer no treinta y siete opiniones distintas, sino todas las posibles para mostrar una realidad poliédrica, facetada, huidiza, controvertida, abstraída a conceptos múltiples y únicos, «como el mar, como la mujer, como la vida, como la libertad…». Escribirla ha sido, para mí,  la aventura más fascinante.



Libertalia vuelve a ser “lectura” de curso para los alumnos de Filología




Libertalia. Una utopía pirata en el Índico fue lectura optativa de la asignatura Teoría de la Literatura para los alumnos matriculados en primero de Filología de la Universidad de Zaragoza durante el curso 2011-12.
En aquella ocasión la compañera de andadura de Libertalia fue otra excelente y original novela de viajes, En el país de los cucutes. Un viaje a pie por los Monegros, de Javier Arruga.
Y este curso 2012-13, Libertalia y yo tenemos el honor de repetir, lo que  me llena de orgullo y satisfacción (¡qué “Borbón” suena eso!) por un doble motivo: porque se trata de la primera novela que “repite” dos cursos seguidos y porque creo que el tema que aborda es un tema importante (y no porque la haya escrito yo, puesto que el mito de Libertalia ya existía en el imaginario colectivo), fácilmente extrapolable a nuestros tiempos convulsos de crisis económica, política e ideológica. Así que no estará de más conocer los afanes de esos piratas que, ya en el siglo XVII, reivindicaban cuestiones que hoy (lamentablemente) siguen teniendo plena vigencia.
Y no se me olvida comentar que este año Libertalia recorrerá su camino en compañía de otra novela estupenda de corte más intimista, llena de ironía y muy bien escrita. Me refiero a La huida del cangrejo, de Angélica Morales, a la que dedicaré una próxima entrada en el blog Léolo.
   
 

Reseña de Libertalia en Anika entre libros

 
El escritor Óscar Bribián Luna ha publicado una reseña precisa y elegante sobre Libertalia donde destaca que se trata de "una aventura marítima apasionante y de un notable calado. Una historia de piratas y teorías platónicas, aventuras y reflexiones".
Óscar es autor del libro de relatos Mentes Perversas (Mira, 2009) y de la novela de fantasía Raazbal (Grupo Ajec, 2010). Ha participado, además, en la antología de terror Nuevas leyendas aragonesas (Mira, 2011) con el relato titulado "La leyenda de Escriche" y en la antología Insomnia (Grupo Ajec 2012), siendo su último trabajo el guión del cómic En el zulo (Saco de huesos, 2012), ilustrado por Carlos Bribián Luna.
Desde aquí te doy las gracias, Óscar, por tu magnífica reseña y te deseo todos los éxitos que sin duda te mereces.

Leer la reseña de Óscar para "Anika entre libros" 



Libertalia en la Feria del Libro de Zaragoza 2012


·       El próximo sábado 2 de junio, de 19 a 21 horas, estaré firmando ejemplares de Libertalia (y del resto de mis obras) en la caseta del Grupo Hélice, situada junto al edificio de Capitanía.
·       El domingo 3 junio, de 18,30 a 21 horas, firmaré ejemplares en la caseta de Mira Editores, junto al VIPS.
·         El domingo 10 de junio, de 12 a 14 horas, volveré a estar en la caseta del Grupo Hélice.
Como veis, hay horarios para todos los gustos.
¡Os espero!



 
Entrevista radiofónica sobre Libertalia

 
En un café literario, cita con la libertad y las utopías: Libertalia

Teresa Sopeña Biarge, escritora zaragozana, licenciada en Historia por la Universidad de Zaragoza y en Antropología Social y Cultural por la UNED, es autora de novelas como La caja de gato (Mira, 2009), Como héroes (Mira, 2008), El caso Prometeo (Bubok, 2010), Libertalia (Mira, 2011) y de otros relatos breves o extensos, como ella misma dice: “no importa la extensión”, que pueden leerse en su blog Léolo.

Es una narradora “con las entrañas y por placer, por diversión, por compartir”, como dice ella, “como quien colecciona cromos”. Aficionada a experimentar en sus obras, se sale de los cánones literarios existentes, apostando por la extravagancia de las normas.

Partidaria de una excelente documentación histórica, desgrana tramas cargadas de reflexiones porque “la literatura nos tiene que llevar a reflexionar”, según afirma; la imaginación y la realidad se funden en un mundo mágico en el que tal vez, como en el de Julio Verne, nadie haya estado, hasta el instante en que al abrir las páginas de un libro, te sumerges en esa nueva realidad.

¿Cuándo nace tu vocación literaria?
Creo que tengo vocación literaria desde siempre. Desde que era pequeña, incluso antes de aprender a leer, ya pensaba que quería ser escritora. Pero a la hora de la verdad, tardé muchísimo en desarrollar esa vocación. Por inseguridad, por miedo… La vida te va llevando y hasta los 45 años no escribí mi primera novela, El caso Prometeo. No sé cómo fue. Era lo que quería desde siempre, y lo guardaba dentro… hasta que un día eclosionó, y desde entonces no he cesado de escribir.

Muchos escritores tienen unos precursores en su estilo, su composición, ¿cuáles dirías que son los tuyos?
Todavía no tengo un estilo concreto, o al menos no escribo dentro de un género definido. Principalmente, voy experimentando. No tengo ningún precursor. Hay autores que me gustan muchísimo, pero no hay nadie que me haya inspirado. En cada novela que escribo experimento, sobre todo con las estructuras. Procuro hacer cosas diferentes.

¿Qué dirías que aporta la escritura a tu vida?
Todo. Durante el tiempo que llevo escribiendo, la escritura ha aportado todo a mi vida. Ha sido cumplir un sueño, alcanzar un reto personal, y tener además la satisfacción de que lo que hago, gusta.

¿Tus obras se dirigen a un público determinado?
Intento llegar a un tipo muy variado de gente, a toda la que pueda. No me dirijo especialmente a los jóvenes. Tampoco pienso en quiénes van a ser mis futuros lectores, por lo que esto no condiciona en absoluto mi forma de escribir. Siempre pienso que alguien leerá lo que escribo, pero no tengo una imagen prefijada del posible lector. Además, me he llevado muchas sorpresas en este aspecto con gente que yo nunca hubiera imaginado que me fuera a leer. El público te sorprende. Es como tirar una piedra a un estanque y observar cómo se propagan las ondas. Nunca sabes hasta dónde van a llegar.

La lectura de tus obras denota una profunda documentación histórica, principalmente en tu última novela publicada, Libertalia. ¿Hasta que punto eres fiel a la historia?
Soy muy rigurosa a la hora de documentarme. No solamente en Libertalia, que es una novela de aventuras con  trasfondo histórico, sino en todo lo que escribo. Soy fiel, no en cuanto a la trama argumental, sino en cuanto a la descripción del contexto. Procuro comparar y contrastar muchas fuentes antes de describir una realidad.

Los personajes de Libertalia encarnan unos valores, ¿cuáles son?
El tema de Libertalia se ciñe a la libertad, al tema de la utopía, sobre todo en una sociedad en la que esa utopía planteada parecía impracticable. Los valores que encarnan los protagonistas se centran en la lucha por un ideal, incluso el Capitán Tew, que es el personaje más tremendo e irreverente,  es capaz de encarnar cierto idealismo.

Está muy presente el rol de la mujer tradicional como objeto de deseo, ¿cómo se concilia esto tanto en tu obra como en la sociedad con el respeto a una dignidad elemental?
No se puede conciliar de ninguna manera porque el concepto de mujer que había a finales del siglo XVII y principios del XVIII no tiene nada que ver con el actual. Cualquier imagen fuera de la de objeto sexual o maternal que ahora podamos creer que encarna la mujer, en aquel momento no existía, o lo era de forma absolutamente excepcional, y en ese sentido he procurado mantenerme fiel al contexto de la época.

Defiendes en Libertalia la igualdad de la casta india de los Intocables, respecto al resto de la sociedad. ¿Dónde hunde sus raíces esta igualdad que preconizas?
Responde a unas raíces éticas. Es una defensa que se encuentra en el mismo contexto que el resto de la obra, en la lucha por la libertad y la igualdad.

El lema que rezan los piratas es “A Deo, a libertate”, ¿en qué Dios creían? ¿Panteísta, politeísta, animista? ¿Cómo era su relación con él?
Libertalia es un canto a la libertad y a la tolerancia religiosa. Ejemplo de ello es el personaje de Caraccioli, un fraile renegado, un hombre que ha estudiado no solo las utopías políticas como la de Tomás Moro, sino muchas religiones y por eso preconiza una especie de panteísmo o de deísmo, una religión concebida siempre desde el respeto. En cuanto a la relación que tienen con ese dios, no se plantean que no pueda haber un dios. Repudian por ello las instituciones humanas, pero no la idea de un dios, que era una cuestión impensable en aquella época.

La relevancia que das a las descripciones de las circunstancias que rodean a los personajes, ¿frena la trama argumental intencionadamente? ¿Es la escena un condicionante decisivo para el desarrollo de las acciones?
Como decía Agag (personaje de Libertalia), las descripciones son relevantes para dar contexto. En una novela de casi trescientas páginas, intento que el resultado sea completo, que tenga un poco de todo, trama, acción, entretenimiento, reflexión y, además, que proporcione conocimiento. Es importante describir los ambientes en que se mueven los personajes para que el lector cree su propia imagen mental. Supongo que es una manera de frenar la acción, pero aporta una mayor amplitud a la novela convirtiéndola en un fenómeno total.

Relacionando la sociedad actual española con la novela, ¿qué cambios necesita para mejorar? Y, ¿qué valores deben suscitar esos cambios?
Creo que estamos en un momento de cambio de época en que hay que darle la vuelta a la sociedad como si fuera un guante, y me temo que se trate de un proceso muy lento, vamos a tardar muchísimos años hasta que eso acabe. En cuanto a los valores, me gusta tomar como ejemplo, eso sí, con prudencia y cogido con pinzas, el Movimiento 15M, porque entiendo que representa la toma de conciencia por parte de la ciudadanía de los valores que la sociedad necesita para el cambio, y hacia los que (espero) vamos encaminados.

Entrevista radiofónica realizada por Marta Oria de Rueda Molins, estudiante de Filología y Periodismo, para un proyecto de la Universidad San Jorge.

(Creo que hiciste un buen trabajo, Marta. ¡Muchísimas gracias por haber pensado en mí y muchísima suerte en tus estudios y en todos los proyectos que emprendas! Un gran beso para ti).

 

Libertalia, Mención Especial del Jurado del Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza 2012
 




Libertalia en OcioZero y Reseña.org
 
El escritor Óscar Bribián Luna ha publicado una reseña concisa y elegante sobre Libertalia donde destaca que se trata de "una historia de piratas y teorías platónicas, aventuras y reflexiones".
Óscar es autor del libro de relatos Mentes Perversas (Mira, 2009) y de la novela Raazbal (Grupo Ajec, 2010), además de reseñista de importantes blogs de literatura, como la revista virtual OcioZero, Reseña.org y Anika entre libros, y asiduo colaborador en las noches literarias del zaragozano bar Interferencias, 
Óscar ha participado también en la antología de terror Nuevas leyendas aragonesas (Mira, 2011) con el relato titulado "La leyenda de Escriche", así como en distintos programas radiofónicos, y es miembro de la asociación de autores Grupo Hélice.
Desde aquí te doy las gracias, Óscar, y te mando un fuerte abrazo.

Libertalia en Artes & Letras

Hoy, 23 de febrero de 2012 (¡vaya fecha, por cierto!), ha salido una reseña de Libertalia en el suplemento cultural Artes & Letras de  El Heraldo de Aragón firmada por Luis Borrás.
Luis Borrás, escritor y crítico literario aragonés afincado en Madrid, “oficinista licenciado en Derecho, tozudo lector nocturno y padre de familia numerosa” según reza en una entrada del blog La librería de Javier, es autor del libro de relatos Cambio de planes (Certeza, 2010) así como de numerosas reseñas literarias que viene publicando desde hace algún tiempo en el suplemento dominical del  Diario del Alto Aragón, la revista electrónica Narrativas, el periódico El Heraldo del Henares, el blog Aragón Literario y el suplemento cultural de El Heraldo de Aragón, en donde queda bien patente su impecable (e implacable) hacer como crítico.
Dejo constancia aquí de su reseña, que me ha parecido estupenda, a través de fotografía casera (espero que se pueda agrandar haciendo un clic en la imagen).
Mil gracias, Luis, por haberme puesto buena nota. Para mí es todo un lujo.






Miguel Ángel Buj reseña Libertalia



El escritor Miguel Ángel Buj, autor de La terrible historia de los vibradores asesinos, ha escrito en su blog una amplia y, a mi juicio, atinada reseña sobre Libertalia, en la que recomienda su lectura: “…quien quiera pasar unas cuantas horas de buena literatura sabiendo que va a hacer algo más que entretenerse, que no dude en leer esta novela: Libertalia”.
Desde aquí, muchas gracias, Miguel, y grandes éxitos para ti.




     
Libertalia en el escaparate de la librería Antígona




No puedo imaginar reseña más bonita para Libertalia que la de figurar expuesta en el escaparate de Antígona (c/Pedro Cerbuna 25, 50009 Zaragoza) entre los libros escogidos por Pepito y Julia. ¡¡Mil gracias!!




Juan Bolea reseña Libertalia



El periodista y escritor Juan Bolea, ganador de la última edición del Premio Abogados de Novela con la obra titulada La melancolía de los hombres pájaro y considerado como uno de los grandes renovadores del género negro en castellano, reseña Libertalia en su sección “Sala de Máquinas” del Periódico de Aragón (viernes, 2 de diciembre de 2011).
“La escritora zaragozana urde una original novela histórica con los mitos, leyendas y fuentes de la piratería”.
Desde aquí te doy las gracias, Juan, por tu estupendo y riguroso artículo.

Leer la reseña de Juan




Libertalia en la feria del libro de Monzón




Libertalia ha viajado a la feria del libro de Monzón junto a otras novedades de la colección "Sueños de Tinta" de Mira Editores. La fotografía es una cortesía del escritor Miguel Ángel Buj, compañero de solapa y autor de la delirante e hilarante novela La terrible historia de los vibradores asesinos, que está cosechando grandes éxitos y también aparece en la foto.
¡Gracias, Miguel Ángel, por tu cariñoso detalle!